El desarrollo local supone la búsqueda de la construcción de acuerdos mínimos sobre: hacia qué dirección impulsar el desarrollo, el cómo conducir ese desarrollo y con qué recursos y apoyos gestionarlo. Se debe entonces gestionar la construcción de esos acuerdos, en los cuales se requiere dar a conocer y reconocer las distintas, visiones, intereses, expectativas y aportes de los diferentes sectores, actores e instituciones, que hacen vida en ese territorio o localidad.

La gestión de ese proceso implica propiciar el intercambio de visiones y racionalidades, muchas de las cuales no siempre favorecen la construcción de acuerdos y la promoción del desarrollo. De esa manera, la premisa de que, a través de la participación ciudadana, como mera consulta, se puede llegar a buen puerto, es irreal y puede conducir a nuevos fracasos. Es preciso entonces, reconocer que, en la gestión de la construcción de acuerdos para el desarrollo local, se deben atender las complejidades propias de la pluralidad de actores y de la heterogeneidad de intereses y de racionalidades contrapuestas, que estos asumen.

Esta problemática impone que los promotores del desarrollo local no se deben limitar a la simple recolección de opiniones y racionalidades, debido a que, en muchos casos, es preciso ayudar a valorar esas racionalidades, a identificar sus posibles falencias y a asumir los cambios de mentalidad o de formas de pensar que hagan viable la construcción de los acuerdos y el efectivo impulso del desarrollo local.

Lo antes planteado se puede ilustrar si se observan las reacciones y opiniones de actores en los procesos de construcción de acuerdos públicos o de espacios de opinión pública, las cuales no siempre favorecen la construcción de esos acuerdos y el propio desarrollo local. A continuación, se expondrán algunos ejemplos extraídos de tres experiencias asociadas a la construcción de acuerdos para la promoción del desarrollo en la ciudad de Barinas en Venezuela.

Una primera, de las consultas realizadas en el proyecto: Construcción de la Agenda para el Desarrollo Local del Municipio Barinas, durante el año 2003; la segunda, de las deliberaciones realizadas en el Proyecto: Apoyo Programático al Liderazgo Municipal, durante el año 2021; y tercera, de las opiniones de algunos entrevistados en el Programa Radial Empresa Global, trasmitido por Véritas 105.5 FM, en la ciudad de Barinas, durante el año 2022.1

A continuación, presentaremos algunos ejemplos de reacciones y fragmentos de opiniones que pueden obstaculizar la construcción de acuerdos y la promoción del desarrollo. Claro está, esas visiones se presentaban de manera mezclada y con matices, que no se pueden abordar en esta exposición dada la extensión de esta publicación.

En un primer ejemplo, se presentaban actores que, ante la invitación a intercambiar visiones para construir acuerdos públicos, reaccionaban con reticencia y evadían la convocatoria. En sus reacciones y en sus opiniones se constata que, intentando la autoafirmación de considerarse el centro o la aspiración de ser el protagonista del proceso, evaden toda iniciativa promovida por otros.

Al analizar este tipo de reacciones, se detecta que estas pueden esconder el temor de articularse con otros, en un terreno en el que todos los actores deben ser considerados con la misma importancia, aun cuando sean actores con aportes y relevancias políticas, productivas e institucionales diferenciadas.

En un segundo ejemplo, se presentaban actores que defendían y seguían apegados a soluciones y modelos de desarrollo aprendidos en el pasado, muchos de los cuales funcionaron y no funcionaron en las situaciones y contextos del pasado. Generalmente, estos actores siguen proponiendo los discursos de los planes de desarrollo, de las soluciones macroeconómicas probadas en el pasado, e incluso, muchos siguen apegados a la visión que considera que el desarrollo solo se puede alcanzar desde los planes y programas del gobierno nacional.

Ese apego a las visiones del pasado los lleva a plantear que no hay necesidad de construir acuerdos para el desarrollo local a buscar, porque ya todo está clarificado e, incluso, consideran que ya existen soluciones “probadas” en las experiencias del pasado, las cuales son las que se deben y pueden impulsar en el presente.

1 Ver: https://www.konsilisto.com/ y https://veritas.radiostream321.com/

En un tercer ejemplo, algunos actores reaccionaban y expresaban en sus opiniones, la tendencia a desconocer que estamos en una nueva situación y en un nuevo y cambiante contexto económico, político y social. Al expresar ideas para promover el desarrollo, planteaban propuestas que desconocían el cambio de la situación local y del contexto nacional e internacional.

Por ejemplo, en algunos casos sugerían propuestas para reducir la pobreza ancladas en el paternalismo del Estado, tal como si las instituciones públicas contaran con los ingentes recursos financieros del pasado. De igual forma, proponían iniciativas para promover el desarrollo de los emprendimientos y las empresariales, desconociendo los continuos cambios y retos impuestos por los procesos de la globalización de la economía.

Detrás de esas racionalidades, se puede esconder el temor o el miedo a aceptar que estamos ante una nueva realidad, la cual exige la búsqueda de nuevas formas de impulsar el desarrollo y, en consecuencia, esos retos generan la angustia de no contar con patrones de referencia que les hagan sentir que se puede actuar con total certidumbre. Entonces, para reducir las angustias se opta por evadir el reconocimiento de los cambios en las dinámicas urbanas, en la economía, en las instituciones y en el contexto en general.

En un cuarto ejemplo, algunos actores se negaban a promover el desarrollo con una visión de mediano y largo plazo.
En algunos casos, exigían soluciones inmediatas, se limitaban a identificar los problemas más urgentes y, en consecuencia, exigían dar respuestas a las necesidades y problemas expresados por los ciudadanos en materia de servicios públicos, viviendas, alimentación, seguridad.

Por lo tanto, sus propuestas, antes que buscar la promoción del desarrollo, tienden a limitarse a responder a las consecuencias de las políticas impulsadas e improvisadas en el pasado; es decir, colocan el énfasis en dar respuesta a los problemas sociales acumuladas por no promover el desarrollo económico sostenible e inclusivo. Entonces, la importancia asignada a las urgencias y problemas del presente, no les permite reconocer la necesidad de diseñar estrategias a mediano y largo plazo, para promover la consecución de un mejor futuro.

En un quinto ejemplo, se presentaban actores que sugerían propuestas para promover el emprendimiento y el desarrollo de las empresas de la localidad, pero, partiendo de una visión que se limitaba a la atención aislada y puntual de cada unidad de producción.

Se presentaban iniciativas que se limitaban a la adjudicación de créditos o a la prestación de servicios de capacitación y asistencia técnica, considerando que cada empresa debe y puede asumir su desarrollo de manera individual y en solitario. En estas propuestas se desconocen las complejidades del acceso y el posicionamiento en el mercado, así como también, se desconocen los retos y condiciones que impone la economía globalizada.

En consecuencia, desde esta visión no se percibe la necesidad de diseñar estrategias que permitan articular los esfuerzos de los diferentes sectores de la estructura productiva y de las instituciones promotoras del desarrollo. En consecuencia, en esa visión se ignora que la competitividad de la economía local no se logra con iniciativas aisladas, sin continuidad y sin una visión compartida del desarrollo a buscar en ese territorio.

Por los ejemplos antes expuestos, en los procesos de convocatoria, consulta y concertación de acuerdos para promover el desarrollo local, los promotores deben diseñar y aplicar herramientas que permitan, por una parte, reconocer esas visiones, procesarlas e iniciar el camino de la comunicación y posicionamiento de una narrativa con visión estratégica del desarrollo a promover; y por la otra, facilitar el diseño de propuestas que se aproximen a la búsqueda de las rutas a seguir para poder responder a las complejidades de los múltiples factores y contingencias que inciden en las dinámicas del desarrollo local. Veamos algunos ejemplos de las posibles herramientas a aplicar.

En cuanto a las actividades de consulta, no es aconsejable abrir el intercambio de visiones sin antes trasmitir algunas herramientas que ayuden a focalizar el intercambio, en función de la definición de la visión del desarrollo que queremos
impulsar.

En esa dirección, es conveniente ayudar a los participantes a identificar la situación de las estructuras productivas del territorio, las principales actividades productivas que pueden determinar la vocación del territorio, su vinculación con los principales rasgos de la cultura productiva local y las interacciones de los procesos productivos locales con el mercado nacional e internacional.

En ese ejercicio de ampliación de la visión, es de suma importancia que se busque la comprensión de las complejidades de la economía globalizada, sus incidencias y desafíos para las dinámicas del desarrollo urbano y las estructuras productivas, institucionales y socioculturales locales. Desde la identificación de esas complejidades, se debe evitar que la consulta se convierta en la elaboración de un listado de problemas y “necesidades sentidas por la mayoría”, lo cual suele conducir a clasificarlas según las áreas tradicionales de las políticas sectoriales.

Esto último no conduce a una visión estratégica, pues con el simple listado de problemas aislados y fragmentados no es posible visualizar las áreas o actividades a impulsar de manera prioritaria, las cuales pueden servir de plataforma para generar los cambios en las estructuras productivas que dinamicen el desarrollo de la ciudad y de la economía, las hagan más competitivas, mas inclusivas y más sostenibles.

Siguiendo ese enfoque, en las actividades de consulta y concertación de acuerdos para promover el desarrollo, se debe propiciar la identificación de las potenciales y oportunidades que se presentan en las características del territorio, en las estructuras productivas, institucionales y socioculturales de la localidad que, por las capacidades acumuladas, el nivel de competitividad alcanzado o por las potencialidades de alcanzarlas, pueden generar efectos en cadenas en otras actividades menos desarrolladas y con baja competitividad.

De igual forma, es preciso llamar la atención que no es posible generar desarrollo social, mitigar los índices de pobreza y de exclusión social, si no se asume como prioridad la generación de riquezas en la localidad, la creación de puestos de trabajo estables y bien remunerados, y el desarrollo de iniciativas de producción de conocimientos y tecnologías, que aseguren, tanto el avance en actividades productivas sustentables y competitivas, así como también, la estructuración de redes de instituciones que hagan viable y estabilicen los avances del desarrollo local.

Pasando a otra perspectiva, para ayudar a visualizar que, si es posible lograr este tipo de avances en el desarrollo local, es de mucha utilidad mostrar experiencias de localidades que han logrado impulsar estrategias y proyectos innovadores, a partir de los cuales han avanzado en mejoras en las condiciones económicas, sociales e institucionales de esas localidades.

En esta área, se debe clarificar que no se trata de copiar esas iniciativas, pues las especificidades de cada localidad imponen la necesidad de seguir diferentes rutas para promover el desarrollo. Al exponer estas experiencias, se debe colocar el énfasis en la necesidad de que en cada localidad se identifique la visión del desarrollo adaptable a sus condiciones y su contexto y, a partir de esa visión, incursionar en el diseño y puesta en marcha de innovaciones productivas, sociales, educativas e institucionales, que nos permitan alcanzar la concreción de esa visión.

En todo caso, las organizaciones locales y, en especial, sus dirigentes, deben reconocer y aprender que no se podrá competir en el mercado internacional, no se podrá mitigar la pobreza, no se podrá fortalecer la democracia, si seguimos anclados en las estrategias del pasado y en visiones parceladas y fragmentadas de la realidad sobre la que se pretende intervenir.

En conclusión, los procesos de consulta y concertación de acuerdos para el desarrollo local no pueden gestionarse siguiendo las pautas tradicionales de las consultas de la participación ciudadana, generalmente, limitadas a atender problemas aislados y presiones reivindicativas del desarrollo comunitario y de los presupuestos participativos.

Por lo tanto, se trata de un proceso más exigente, debido a que, definir la visión del desarrollo local a buscar, supone el
manejo de herramientas y visiones múltiples y complejas y, por supuesto, la inclusión de dirigentes de las diferentes organizaciones de la sociedad civil, de los dirigentes políticos y de los académicos y expertos dedicados a estudiar el
desarrollo desde distintas perspectivas.

En consecuencia, se requiere de equipos de promotores del desarrollo con capacidades para facilitar, en una primera vertiente; el encuentro, el reconocimiento y el procesamiento de esa heterogeneidad de racionalidades; en una segunda vertiente, deben contar con capacidades para asegurar la adecuada validación e inclusión de los aportes de la pluralidad de actores involucrados o a involucrar el en desarrollo local; y en una tercer y última vertiente, deben contar con capacidades para facilitar la definición de una narrativa compartida sobre el desarrollo local a promover.

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